El concepto de “pureza” ritual es relativo y precisa ser matizado desde
distintos ámbitos, básicamente para no confundir al lector. Al respecto,
un valioso hermano advertía el riesgo de adoptar actitudes de
“salvaguarda de la pureza” para evitar supuestas desviaciones, actitudes
muy propicias a generar el riesgo del pensamiento único, sin saber a
ciencia cierta por la inmensa mayoría qué es y donde radica dicha
“pureza “ para resguardar.
Por otra parte, me parece respetable
el control y distribución de dicho material ritual (además de obvio y
evidente su tenencia para las logias hispanoparlantes de la oportuna
correspondencia). No obstante, gracias al progresivo aumento de las publicaciones y estudios aparecidos en el mercado editorial internacional y concretamente en lengua española, ha sido posible dar a conocer ya no solo
rituales de diferentes versiones de una gran variedad de Ritos, sino que
además, se han podido abordar libremente y sin ningún tipo de sumisión a
ninguna “militancia”, trabajos y reflexiones inexistentes e
irrealizables bajo cielo obediencial (muchos de estos trabajos
editoriales han sido realizados por expertos HH.•. de diversas y variadas Potencias Masónicas, asegurando la independencia, pluralidad y
rigor, muchas veces ausente y carente en otro tipo de trabajos
“tutelados”.
Lamentablemente, la independencia “académica” no siempre
es bien comprendida y suele confundirse con iniciativas para fomentar
agravios o confrontaciones. Una pena.
Es un grave error masónico e
histórico considerar, cualquiera que sea el Rito, como propiedad
exclusiva de una determinada Obediencia. Tal vez hay todavía alguien que
así lo piense, pero lamento profundamente esa visión de marketing
conductivista a la que me resisto ser sometido con siglas marcadas a
fuego diferenciando buenos y menos buenos, auténticos y de “cartón
piedra”. El “negocio” de la propiedad ritual o del Rito, es algo que,
además de ser poco fraterno cuando se utiliza como elemento de presión,
ha llegado a hastiarme por las veces que se ha llegado a argumentar lo
infundado del tema, y que tan solo interesa a unos cuantos que defienden
su calidad dominante aparente, revestida de un mandil, banda o collar,
con un carnet, título o pasaporte confiriendo un supuesto estatus de
regularidad y legitimidad desde tiempo inmemorial, en ocasiones a "full" para todos
los Grados a receptores totalmente en fuera de juego en cuanto a cualquier Rito en particular, sea el que sea. Permítanme pensar que debe ser algo más que un sello o
un acrónimo.
La legitimidad y regularidad de su uso y práctica,
además de la conferida a los MM.•. MM.•. regularmente iniciados y
recibidos en los distintos grados por transmisión ininterrumpida, es ostentada en diversos Orientes por distintas Potencias Masónicas. Todas ellas son garantes del espíritu de su Rito en concreto, pero libres para reflexionar sobre sus usos y prácticas
dentro de este marco flexible y de necesaria evolución inherente a los Ritos en sí.
La fijación de formas rituales ha devenido herramienta
para evitar excesos, pero ha coartado usos legítimos y ha deformado
nuestra visión del Rito llegando a ser erróneamente contemplado por
algunos de su exclusiva propiedad.
En algunas obediencias, por
ejemplo, cada logia que trabaja en el seno de un Rito determinado, lo hace
mediante un ritual que ella misma ha definido o heredado de su enorme
tradición masónica a lo largo de la historia. Esta forma de práctica
masónica nos recuerda a la practicada a lo largo del siglo XVIII en el
continente europeo, libre aún de fenómenos globalizantes y
centralizadores que, en uno u otro sentido, tienen ventajas e
inconvenientes. Este doble aspecto funcional de libertad logial y
fidelidad ritual, solo es comprensible teniendo clara la estructura
fundamental simbólica y filosófica del Rito practicado.
Precisamente una de las características del una buena práctica ritual es la
de no proponer más que un modelo, que cada logia adapta.
Para evitar
el caos, tan solo precisamos de nuestra capacidad de trabajo dentro de
una libertad, pero conforme al Rito trabajado, y esta conformidad pasa por nuestro
necesario conocimiento de la antes citada estructura simbólica propia,
que será igual en sus diversas formas rituales manifestadas, y ello
exige, muy especialmente, de la búsqueda de una excelencia de todos los
Maestros, que serán en definitiva quienes tienen el peso y la
responsabilidad de pasar la llama a generaciones venideras.
Brasil, Francia, Bélgica, España, Portugal, Ecuador, Colombia, Perú, México e Italia forman parte de un no muy
largo etcétera subdividido en diferentes Potencias Masónicas, donde, sin
complejos, algunas han tomado su legado y han evolucionado siguiendo los
criterios que para su seno han estimado convenientes, y han hecho uso
de su libertad y legitimidad con todas las consecuencias.
La
diversidad de la Oferta forma parte de la diversidad Obediencial y de Estructuras de Altos Grados, y
pretender alguien erigirse en “auténtico” y “único” curador y “dador”
del “verdadero rito pata negra”, no solo sería incierto y errático, sino
que sería desconocer completamente la realidad, génesis, estructura y
evolución de los Ritos existentes e incluso de los ya extintos.
La
creación de la práctica Ritual del Mason Word, origen de las diversas y
posteriores versiones de este Rito que desembocaron con el paso de los
años mutando natural o forzadamente en la totalidad de la práctica
ritualística francmasónica hoy conocida, fue elaborado por los masones
calvinistas de la logia escocesa y calvinista de Kilwinning. Siguiendo
los trabajos de
Patrick Négrier,
máxima referencia en este campo de investigación, y aún a costa de que
se nos acuse de vivir gracias a las espaldas de otro (lo cual importa bien poco si el fin es pedagógico y permite sacarnos de la más supina de
las ignorancias), diremos que este Rito nace como respuesta a la
obligación impuesta por Schaw de practicar un arte de memoria. Nos vemos
en la necesidad de beber de los resultados de estas investigaciones
dado que nuestra base de datos en lengua española está no sólo bajo
mínimos, sino que es inexistente. Se hace imperativo sacar a luz los
resultados de la última década de investigaciones de este prestigioso
masonólogo y hermano, aunque el resultado reviente literalmente las
románticas hipótesis y fantasiosos relatos del génesis francmasónico
pre-especulativo o de perennes purezas rituales transmitidas hasta
nuestros días, lo cual es una auténtica falacia.
Así pues, la
logia de Kilwinnig, rechazando la continuidad de la práctica del rito de
recepción prescrito por los Antiguos deberes anglicanos, optó por
adoptar la forma de un catecismo simbólico, cuyo vocabulario estuviera
compuesto de imágenes conformemente a la tradición de las artes de
memoria, pero unas imágenes verbales (metáforas, alegorías) debido en
una parte a la confesión presbiteriana y por otra al carácter
iconoclasta característico del calvinismo que forzó a dicha logia a esa
sustitución de la imagen verbal en lugar de la imagen plástica. Este
hecho que hemos apuntado en anteriores trabajos, nos ofrece el
instrumento ritual de la
Gran Logia de Londres
que ontologizándolo y dándose el marco jurídico las Constituciones de
1723, abrió las logias a todos los practicantes de la religión natural
(orto-praxis moral) sin consideración para las ortodoxias que quedaban
sólo como opiniones individuales rompiendo por este eclecticismo con la
religiosidad confesional de los Antiguos deberes, abriendo la puerta a
los ateos teóricos y al deísmo. Sobre este último aspecto, ya el
historiador y Hermano
Charles Porset nos advierte y apostilla en uno de sus trabajos:
”Se
ha tomado el pretexto de la exclusión del ateo estúpido para decir que
la orden rechazaba a los no creyentes y que la masonería era cristiana.
Es inexacto, porque la expresión " Stupid Athéist” está prestada de un
pastor presbiteriano, John Weemse, contemporáneo de Anderson y
Désaguliers, que en su obra A Treatise of the Horno Degenerate sonnes
viz (sic = with) the Atheist, the Idolater, the Magicians and the Jews
(London, Thomás Cotes, 1636), distingue cuatro categorías de ateos:
aquel que niega a Dios («denying God»); el que duda de su existencia
(«disputing Atheist») el cree sólo en lo qué le aportan sus sentidos ("
Physicall Atheist") y finalmente al ateo estúpido que es impermeable a
las luces de la razón; en realidad tal ateo no existe; hace las veces de
espantapájaros en su exposición andersoniana – de soporte para poder
moldear al gusto-. Designando sólo ése de una manera totalmente
retórica, Anderson-Désaguliers no excluyen las tres otras categorías de
ateos – lo que concuerda perfectamente con el espíritu latitudinario de
la masonería”. Ya el mismo Négrier habla sobre punto de vista personal de Désaguliers acerca de
“entender bien el Arte”,
aunque para nada se impone la creencia revelada como previa conditio
sine qua non para formar parte de la Orden: basta con leer
“desapasionadamente” y de forma correcta el redactado de los Deberes.
Creo que sobran las palabras y más debates al respecto, reiteración del
cual sólo conduce a un diálogo de necios, imposible de reflexionar o de
rectificar, desde posiciones inflexibles, dogmáticas, intransigentes, y
por descontado, nada academicistas.
Si el católico Schaw ordenó a
la logia presbiteriana de Kilwinnig practicar un arte de memoria
conforme al calvinismo de sus miembros en sustitución al rito anglicano
de los Antiguas Deberes, es porque dicho arte calvinista debería cumplir
la misma función que el anterior, una función básicamente moral.
Debemos
apuntar que a pesar de la analogía de Shaw en considerar a los Antiguos
Deberes como Artes de Memoria, estos no lo son en el sentido estricto
conocido y practicado en la Grecia antigua. Los redactores de los
Antiguos deberes intercalaron una historia legendaria del oficio entre
la Plegaria a la Trinidad y el inventario de unos puntos sobre moralidad
que eran sujetos al juramento del recipiendario. Algo así como si esta
historia legendaria estuviera dotada del poder de inclinar al
recipiendario a respetar y llevar a la práctica la buena conducta y
moralidad inherente a su juramento. Un análisis profundo de los Antiguos
Deberes permite a Patrick Négrier desvelarnos a éstos como memoriales
con un objetivo moral. La historia legendaria del oficio conduce a los
francmasones a recordar en primer lugar, a través del ejemplo de las dos
columnas antediluvianas, que son los pecados humanos que, provocando el
diluvio, hicieron destruir el mundo (recuerdo que constituía para los
masones practicantes de los Antiguos Deberes un argumento apocalíptico
de conversión moral), y que fueron estos monumentos arquitectónicos de
las columnas antediluvianas que salvaron del diluvio el saber de los
oficios y de las siete artes liberales. De este análisis se desprende
que en los Antiguos Deberes, el recuerdo de la antigua leyenda de las
dos columnas antediluvianas entre la plegaria a la Trinidad y el
inventario de puntos de moralidad que el recipiendario juraba respetar,
constituía, tras la invocación de la gracia en la plegaria, un segundo
argumento de conversión moral que reforzaba y facilitaba dicho
juramento. He aquí este argumento apocalíptico de conversión moral
extraído de la tradición del Antiguo Testamento. Ese recuerdo,
rememoración, y el cristianismo juanítico continuador de esta tradición
reveladora, permite, a fin de cuentas comprender en qué se inspiró Schaw
al pretender hacer una analogía entre los Antiguos Deberes y el arte de
memoria, a pesar de no serlo estrictamente en el sentido de que no
constituían instrumentos o métodos mnemotécnicos destinados a reforzar
la capacidad sicológica del sujeto para recordar y potenciar su retórica
sin soporte escrito. Su argumento apocalíptico de conversión moral
tenía un objeto anamnético en el componente de hacer recordar al sujeto
sucesos supra-significativos y moralmente determinantes del pasado,
rememorar en la consciencia elementos históricos susceptibles para
determinar activamente la conversión del sujeto a las buenas costumbres.
Así
es como William Schaw toma los Antiguos Deberes como “antient statutes
set down of before of guid memorie” (artículo séptimo de los Status de
1599).
La logia de Kilwinnig pretendiendo llevar a cabo un arte
destinado a una función similar, a saber, una conversión moral de los
masones fundada en el recuerdo del pasado, elaboró ella misma su propio
arte de memoria en el espacio del rito del Mason Word, reemplazando así
al rito anglicano de los Antiguos Deberes.
En su forma primitiva, el
Mason Word se reducía a la comunicación de dos palabras J y B mientras
se daba la mano de manera ritual denominada
garra.
Estas palabras J y B, siendo palabras de paso, constituían
probablemente respuestas a una pregunta, cual esbozo del género
catequético que erige la forma primaria del Mason Word entendido como
instrumento destinado a ejercitar la facultad psíquica de la
memoria(Edimburgo1696). Además, el hecho de que los elementos del Rito, a
saber los nombres de las Columnas del Templo de Salomón y el toque o
garra, habían sido sacados del episodio de
Gal. 2,9 (donde
Pablo de tarso justificó su ministerio apostólico sin figurar en el
colegio de los Doce, y que no había conocido a Jesús personalmente,
recordando que tres de los apóstoles de Jesús, considerados como
columnas “habían reconocido la gracia que le había sido dada” cogiéndole
la mano derecha a él y a Bernabé en signo de comunión. Los masones
presbiterianos de Kilwinnig refiriéndose a Gal. 2,9 hacen una memoria
del pasado, siendo un recordatorio en este sentido la forma del Mason
Word, así como un memorial con finalidad moral, ya que reiterando el
episodio fundador descrito, afirmaban haciendo prolongar el ministerio
apostólico de Pablo basado en la gracia.
Pero,
¿Dónde se encuentra el argumento apocalíptico en Gal. 2,9 que es la fuente cultural del Mason Word?.
Apreciemos
que Pablo vincula su propósito sobre las columnas y sobre el agarre de
mano a un apocalipsis: “Fui después de una revelación”
(apokalupsin)
Gal 2,2. De aparente similitud a la que puede conducirnos a la
“revelaciones de II Corintios 12, 1-4. De este modo el Mason Word se
vincula directamente vía su origen en las escrituras a un argumento
apocalíptico (revelador) de conversión moral, lo cual era la función de
los Antiguos Deberes.
Un análisis pormenorizado del Edimburgo 1696,
prototipo de los catecismos simbólicos del Mason Word (hasta el 1751,
fecha de la divulgación del
Maçon démasqué)
estado inicial del rito de 1637, nos hace ver que era un arte de
memoria en doble sentido: primeramente como memorial de elementos del
pasado con objetivo moral, y en segundo lugar, como suporte de tipo
mnemotécnico, que posteriormente el Dumfries en 1727, revelará en el
primer cuadro de logia una nueva expresión del arte psicológico de la
memoria (“Todo esta confiado en la memoria de los masones y conoce la
suerte de las tradiciones orales”), en este caso de forma compuesta
conforme a la versión de confesión episcopaliana que combina el Mason
Word con imágenes plásticas.
Hemos visto, por tanto, el
nacimiento causal del vehículo ritual, que felizmente se universalizó
abriendo además el mecanismo que permitiera crear y ordenar ese punto de
encuentro, donde el pensamiento y todo tipo de filosofía, en
definitiva, encontraran suelo fértil dentro de un mismo espacio-tiempo.
Tal vez nada mágico, pero realmente extraordinario. Un instrumento
propiedad de toda la Humanidad.
Cierro así, con este último
trabajo, una secuencia de estudios y ensayos tendentes a esclarecer
nuestro origen ritual. Solo conociendo algo mejor nuestro pasado
podremos hablar con fundamento sobre aquello que pretendemos alcanzar
para nuestro devenir, a sabiendas de lo que realmente fuimos, somos y
representamos.
Queda solo pendiente, con la colaboración del Hermano
Víctor Guerra, la publicación in extenso desde el Círculo de Estudios
del Rito Francés "Roëttiers de Montaleau" de unas tablas comparativas
rituales que permitirá ver claramente algunas de las mutaciones,
desviaciones, arbitrariedades y condicionamientos que en muchos casos
llevaron a desembocar en variaciones más o menos afortunadas, por no
decir más o menos legítimas o manipuladoras, quedando en entredicho ese
purismo que solo "cuatro privilegiados" pretenden imponer o referir como
auténtico y real entre alguna masonería de militancia desinformada,
donde prevalece más el asumir a toque de pito que la investigación
rigurosa y contrastada. Eso sí, fraternalmente.
Hoy ya no hay excusa para posicionarse histórica y masonológicamente sobre tesis de hace 20 o 30 años atrás. La Tierra gira.
Quien desee conocer los pormenores de esta génesis ritual, le sugiero vivamente la lectura muy en especial de Patrick Négrier:
La Tulip. Histoire du rite du Mot de maçon de 1637 à 1730, Groslay, Ivoire-clair 2005
Le Rite des Anciens devoirs. Old charges 1390-1729, Groslay, Ivoire-clair 2006
Art royal et régularité dans la tradition de 1723-1730, Groslay, Ivoire-clair 2009.
Vemos
a veces que la realidad auténtica es más bella, plena, enriquecedora y
apasionante que cualquier ficción o fantasía a las que aún muchos
obstinadamente se aferran.