Sin duda alguna, la proliferación desmesurada y descontrolada de los
denominados Altos Grados y sistemas heterodoxos (por lo carentes de
coherencia) inducido en ocasiones por aspectos exógenos al objeto en
sí de los fines originales de la Orden, la intromisión de modas
extravagantes y visionarias, configurando esperpénticos sistemas
mesiánicos, mágicos pseudomísticos y demás fauna variada, condujo
a la masonería continental francesa, y en concreto desde el entorno
del Gran Oriente de Francia, a la creación de un "Gran Capítulo
General de Francia" con el fin de poner orden y dar una
coherencia uniformada al citado panorama que, en cierto modo,
resultaba patéticamente descontrolado.
De vez en cuando, la historia nos proporciona mentes preclaras en
diversos ámbitos del arte y del conocimiento. Una de las figuras
trascendentales para abordar dicha estructuración fue Roëttiers de
Montaleau, quien junto con Graffin, Salivet, Saurine, Millon y otros
muchos de dichos 81 miembros fundadores (obsérvese curiosamente el
número 81), van a dar forma a las Órdenes de Sabiduría,
previamente denominadas Órdenes Superiores, cuya pretensión era y
sigue siendo la de agrupar de forma coherente las enseñanzas, reuniendo el conjunto de las corrientes históricas del denominado
escocismo, y que ya he desarrollado ampliamente en otros artículos y
ensayos.
Así pues, sigue manteniéndose en vigor esa idea fundacional
original de 1784 que pretendía sencillamente la confección de una Vª Orden que contiene "todos los Grados físicos y metafísicos y
todos los sistemas, especialmente los adoptados por las asociaciones masónicas vigentes", ardua labor que magistralmente llegó a
realizarse de forma progresiva y que, curiosamente, fue olvidada en
unos casos, o desconocida en otros, bien por desidia, ignorancia o
afán de preponderancia egocéntrica en la mayoría de las ocasiones.
No voy a describir lo ya descrito, ni a descubrir nada novedoso,
brillantemente desarrollado en magníficas obras bibliográficas y
estudios descomunales que merecerían más de un “Premio Nobel de
Masonería” si existiese. Mi propuesta es sencillamente inducir al
estudio y al descubrimiento del Rito Francés, ese Rito de los
Modernos que Roëttiers de Montaleau denominó en una de las
propuestas de reorganización como “Rito Primitivo” afirmando con
este adjetivo calificativo la anterioridad del Rito Francés, nombre
adoptado para ser diferenciado de otros tantos creados posteriormente
e implantados también en Francia. Dejaré para otra ocasión mi
modesto análisis sobre el uso grotesco, falso y abusivo que se ha
dado a un supuesto “Rito Primitivo” en otros lares, y que bien
merecerá de un desarrollo más profundo.
Ahora volvamos al verdadero
concepto, ese Rito Primitivo, Rito Francés, Rito de los Modernos,
que compiló tras los tres grados simbólicos toda una auténtica
Academia y Conservatorio de Grados masónicos del Siglo de las Luces
y distintos conocimientos procedentes de múltiples sistemas
rituales.
Esa ambiciosa, pero necesaria Ordenación académica por un lado, y
administrativa por otro, sigue viva a día de hoy, y desde su génesis
se planteó con visión de futuro (basta ver sus primeros Estatutos y
Reglamentos Generales de 19 de marzo de 1784).
Ya no se trata simplemente de una compilación cual “Arca de la
Alianza” de los primeros e históricos 81 grados distribuidos en 9
series, sino de dar cabida a los mayores conocimientos masónicos en
su seno, incorporando y reuniendo de este modo a los portadores de
los grados culminantes de todos los diversos sistemas y Ritos.
Es ahí donde radica el objetivo final de la Vª Orden: reunir lo que
está disperso al más alto nivel de la iniciación. Así fue y así
sigue siendo en la actualidad, pese a quien le pese.
Joaquim Villalta, Vª Orden, Gr.·. 9, 33º
Director de la Academia Internacional de la Vª Orden - UMURM
Miembro del Sublime Consejo del Rito Moderno para el Ecuador
Miembro de Honor del Grande Oriente Lusitano
Miembro de Honor del Gran Oriente Nacional Colombiano
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